Artículo. La gran patrona de Fregenal

La de Los Remedios no es una ermita más, y mucho menos para Fregenal, ciudad guardiana de buena parte del sur pacense. Nacida con las lluvias, de las sequías y los tormentos que se vivieron hace más de cinco siglos, esta singular construcción ha sido tan venerada por los habitantes de la comarca que hicieron falta numerosas reformas y ampliaciones para acoger tantísima devoción como allí se vivía. Esta es sin duda una gran historia patrimonio de los frexnenses pero que nos hace recordar a toda Extremadura los usos y costumbres antiquísimos de nuestro siempre soleado sur.

Como tantas otras vírgenes de la época, la que hoy nos ocupa se sirvió del juego de volver cada noche a su lugar de hallazgo, por muy lejos que la llevaran, y este hecho fue el que propició el levantamiento allí mismo de una pequeña ermita. Pero por los comienzos del siglo XVI, cuando una terrible sequía asolaba toda la zona, nos cuenta el “Libro de los Milagros” (Milagrosamente conservado) que, cansados de rezar en las muchas ermitas de que disponía la localidad, los vecinos se decantaron por esta imagen, que al poco les trajo los tan vitales aguaceros.

Desde entonces, fecha que se recuerda como el 1506, la de Los Remedios sería, por aclamación popular, coronada como la patrona de Fregenal, dando inicio a una profunda y multitudinaria unión entre pueblo y virgen que iría creciendo año tras año. Tanto fue así que en apenas una centuria los estamentos religiosos comenzaron a dar cuenta de lo pequeño que se quedaba el edificio para tanto feligrés que acudía, no solo en fiestas, sino durante todas las estaciones.

Así, en 1619 finaliza una expansión de la nave que se demostró insuficiente, siendo necesaria otra en 1622 y una más en 1639. Con todas y con esas no se acabó de dar cabida a tanta fe como existía en el municipio, por lo que durante todo el siglo XVIII se sucedieron nuevas reformas que, por fin en 1785, terminaron por darle al ya monumental edificio la fastuosidad de la que se puede disfrutar hoy en día.

Año tras año, como corresponde a una ciudad tan fiel a sus principios y raíces como Fregenal, la población se vuelca con su patrona, abarrotando hasta la bandera la ermita-iglesia que le otorga a esta ciudad buena parte de su idiosincrasia. Y con esta curiosa y extremeña historia nos despedimos por hoy ¡Hasta mañana amigos!

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