Si hay una fiesta que se celebra con verdadera devoción popular por toda Extremadura esa es la de los carnavales. Desde los famosos moralos y pacense hasta el del último pueblo y rincón, esta fiesta es se vive con verdadera pasión, dando lugar a grandes originalidades como la que hoy nos ocupa. El “Jurramacho”, peculiar modalidad que de Don Carnal se desarrolla en Montánchez, es una de esas joyas de nuestra cultura que hace única a esta pequeña localidad al pie de la sierra que lleva su nombre.
A diferencia de otros carnavales, los montachegos tienen una importante característica, y es que la falta de identificación es allí la norma. Es imprescindible que el disfrazado no sea reconocible por los suyos, aprovechando así para asustar y hacer bromas a sus amigos y familiares. Tampoco el ir “de buen ver” es importante en estas fechas, por lo general se usan ropas viejas puestas del modo menos usual posible, tomando para ello en muchas ocasiones las famosas bufandas de lana destinadas a cubrir los mundialmente conocidos jamones de la zona.
Durante la fiesta surgen las “estudiantinas”, grupos de amigos que llevan el mismo atuendo, además de las centenarias “parodias”, que consistentes en escenificar de la forma más graciosa posible escenas cotidianas de la vida, como la del “labrador” (Dos hombres tirando de un arado), la “chacha con niños” o “la vaquilla”, en la que un matrimonio, vestido él de toro y ella de torero, se dedican a emular una pequeña corrida por las calles de la localidad.
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